No se sabe en qué año inició la conmemoración de la feria patronal de los amates, pero mis recuerdos al respecto se remontan a los años 50, cuando la feria era un evento muy importante como lo es en la actualidad. El pueblo en aquella época se situaba en la parte baja, a lo largo de la línea férrea.
Por lo tanto, la feria en los años 50 se efectuaba en esa área, a lo largo de la calle lateral al tendido ferroviario, comenzando en la Municipalidad, pasando enfrente de las tiendas de doña Eugenia Samuel y doña Laura García de Colindres; hoy un lote vacío, hasta la escuela nacional donde actualmente funciona la Supervisión educativa.
La iglesia católica ocupaba el lugar donde ahora está el parque y enfrente había un lote vacío donde ahora está la cancha de basquetbol, terreno frente a “RENAP”. Esa área era parte de la feria.
Las atracciones especiales eran los juegos, la famosa rueda de chicago, la de sillas voladoras, ruedas de caballitos y el trencito loco. Al costado de la línea del tren construían champas y amplias galeras donde vendían enchiladas y diversos platillos acompañados por una variedad de refrescos, sin faltar las frías cervezas sumergidas en hielo. De hieleras usaban la mitad de un tonel.
En las calles, las habituales vendedoras de conserva que ofrecían de coco, toronja piña y otros sabores. Las vendedoras de ponche caliente. Señoras que giraban con precisión un molinillo de madera agitando el rico atol caliente. Servían un vaso de aquel delicioso manjar con un toque de polvo de canela al precio de 0.5 centavos.
A falta de licuadora, los refrescos de frutas, mamey, marañón; cortados en diminutos trocitos y la piña picada dentro de su cascarón, daban un delicado y genuino sabor de la fruta procesada. Foco de atracción de los niños eran las maquinas fabricantes de algodón de azúcar. Bolas rosadas al costo de 0.1 cent.
La mayoría de comerciantes traían futillos y tiro al blanco. Era puntual el farsante de las tres barajas, el de las tres panitas; donde quedó la chibolita y nadie acertaba. “El Chinique de feria”, Construían una gran galera para salón donde efectuaban bailes.
Estos eran amenizados por marimbas las cuales eran adquiridas a precios moderados, entre ellas estaban según se recuerdan la marimba “chiquilajá y otra llamada “hermanos Marroquín”, originaria de Sanarate. Cada pieza de baile costaba 0.5 cent. Y el cobro lo hacían pasando la pita.
Dos personas estiraban el lazo a lo ancho del salón y la corrían, otra que iba al centro recolectaba el dinero y pasaba la pita sobre las cabezas de los bailadores, era gracioso ver como jovencitos a falta de dinero se colaban en el lado opuesto y al grito de ¡ahí viene la pita! Se salían y aparentaban ser simples espectadores y al menor descuido entraban de nuevo a la pista.
La feria era del primero al cuatro de mayo y para el tres, día de la Santa cruz, llamado: “el mero día de la feria”, la compañía frutera “UFCO” en la tarde proporcionaba transportes de las fincas a Quiriguá, y camiones de la dirección de caminos los trasladaban hasta acá, siendo esa noche algo memorable.
Los partidos de futbol eran amenizados por la banda marcial de San Agustín Acasaguastlán, al haber un gol sonaban los redobles de tambor y platos de bronce, convirtiendo aquel instante en una bella celebración. Esta banda acompañaba los desfiles con música de marchas y hábiles redobles de tambor.
Emocionantes carreras de cinta a caballos, jinetes que con un lápiz prendían las argollas y en la cinta tenía el nombre de una chica que de premio le concedía un baile. Los caballos de velocidad favoritos eran: “el Chocolate” de Isaac Rivas, la yegua de Tati Charles y el bayo de Antonio Lee.
Otro evento recordado es el “Torito de fuego”. Un hombre cargando un aparejo con cuernos de toro y cargado de cohetes y canchinflines corría en medio del público y negocios. Los canchinflines volaban sin tino ni dirección, causando pavor y estampidas. Quizá tenía su gracia, pero yo de 6 añitos le tenía miedo y algunos se ocultaban debajo de las mesas eludiendo la metralla de juegos artificiales.
Finalmente, el pueblo se extendió y su movimiento comercial tiene lugar aledaño a la ruta principal, por lo tanto; la feria se movilizó olvidando por completo su antiguo lecho, teniendo lugar al principio frente al edificio del mercado y más tarde, fuera del perímetro del pueblo. Le aumentaron los días de fiesta iniciando el 26 de abril al 3 de
mayo de cada año.CREDITOS: Profesor Francisco Gonzales.